Internet se ha llenado de artículos que declaran constantemente descubrir “superalimentos” con propiedades poco menos que “milagrosas” para bajar de peso, mejorar nuestra salud, incorporar todo tipo de nutrientes, aportar a nuestro organismo muchos beneficios increíbles, etc. Pero bastaría con mejorar nuestro conocimiento sobre nutrición y usar el sentido común para no depender de simples “cazadores de clicks”.
La fórmula es conocida. Este artículo podría ser más sencillo y directo. Podría llamarse 10 superalimentos que te reportan tal o cual milagro. El artículo enumera repetitivamente las vitaminas, minerales, ácidos grasos saludables, fibra, propiedades antioxidantes o inflamatorias, y una largo etcétera que cada ítem de la lista nos aporta. Tu visita me reporta otro click, te vas creyendo haber descubierto la pólvora y todos felices.
He dado personalmente cientos de veces con esas páginas y a lo largo de sus listas me encontré con todo tipo de frutas, verduras, legumbres, semillas, cereales, carnes, especias, etc. En otras palabras, alimentos naturales conocidos por la humanidad desde tiempos inmemoriales.
No digo que los artículos engañen. Todos esos beneficios y propiedades son ciertas. Pero el concepto tan simplista de su premisa nos impide ver algo más elemental y básico. Las listas incluyen básicamente alimentos presentes en la naturaleza que, salvo algunas nobles excepciones, deberíamos consumir sin procesos adicionales ni agregados de ningún tipo.
Hay que volver a las bases. Eso significa, más de esa materia prima y menos comida procesada.
Una buena educación nutricional debería partir de esta máxima. Difícilmente nos equivoquemos si mantenemos una dieta variada y equilibrada con todo tipo de alimentos naturales. En general, todo aquello que encontramos en la naturaleza (obviamente que sea considerado comestible por el ser humano) tiene sus distintos beneficios nutricionales. Sería tan aburrido como repetitivo listar las vitaminas o minerales que aportan cada uno de ellos.
Resulta más importante aprender cuáles son los productos erróneamente considerados “naturales” sólo por ser “usuales”, y que deberían ser evitados. En esta categoría van todos aquellos ultrapocesados, carbohidratos refinados, etc. Y también aquellos que no existen de modo natural y que son producidos en laboratorios, o refinados mediante complejos procesos industriales. En este grupo se encuentran por ejemplo algunos endulzantes artificiales (sacarina, aspartamo, sucralosa), aceites vegetales refinados baratos (canola, girasol, soja), y productos como la margarina, que se ha desarrollado en laboratorios utilizando grasas hidrogenadas. Algunas excepciones son por ejemplo el yogur, el chucrut o los pickles, que son procesados mediante una fermentación natural.
Es razonable consultar esas páginas para obtener información o ideas sobre algún ingrediente que tal vez no conozcamos. Tal vez nunca hayas probado verduras como la col rizada o kale, semillas como chia, quinoa o lino, quizás no sepas de los beneficios de aderezar más seguido con jengibre o canela, o nunca hayas cocinado distintos tipos de mariscos por temor a que sea muy complicado.
Puedes descubrir muchos ingredientes en las muy variadas recetas propuestas en bastapasta.fit, pero ninguna va a producir un milagro por sí sola. Es el sistema de nutrición el que va cimentar las bases de un cambio saludable a largo plazo.