Receta de crema de calabaza con leche de coco

Una espectacular y poco usual sopa de otoño para sorprender a los comensales. La mezcla de calabaza con leche de coco más el toque del curry hacen de esta crema un entrante muy sabroso. Mediante el método descripto, no será necesario además haber preparado un caldo de verduras con anticipación.

Lavar el puerro. Pelar la cebolla, ajo, zanahoria y chirivía. Picar todo, calentar un poco de aceite en una olla grande y sofrír la verdura a fuego moderado. Pelar el calabaza, quitar con una cuchara la parte central blanda que contiene las semillas (es posible reservarlas para consumirlas separadamente). Cortar en cubos pequeños y agregar al sofrito junto al curry, curcuma y jengibre, cuidando que las especias no se quemen. Agregar agua hasta el nivel de las verduras, llevar a ebullición y luego tapar y hervir a fuego moderado por unos 20 minutos. Quitar las hojas de laurel y los clavos para seguidamente triturar con una batidora de mano hasta obtener un puré sin grumos. Agregar la leche de coco, revolver hasta integrar y calentar sin hervir por unos minutos. Salpimentar al gusto y servir.

Consejos y sugerencias:

1. Las verduras para el caldo inicial pueden variarse según disponibilidad, pero la cebolla y el ajo son la base de un buen sofrito, y la zanahoria es un complemento ideal para la crema de calabaza. Las especias también pueden variarse, pero el curry y/o curcuma junto al punto de jengibre otorgan el toque característico a la receta.
2. Siempre me gusta agregar un poco de chili, guindilla, cayena o similar en las sopas pero, en esta receta el toque picante lo dan las especias arriba mencionadas.
3. Recomiendo probar la sopa antes de salarla. Es posible que algunos paladares prefieran prescindir de la sal en favor de dar total protagonismo a las especias de esta receta.
4. Aunque sea un poco laborioso, es posible quitar manualmente las semillas de calabaza de la pulpa. Luego suelo enjuagarlas en un colador, dejarlas secar y luego tostarlas ligeramente. Por cierto, las antiguas civilizaciones valoraban altamente estas semillas, que tienen grandes propiedades nutricionales, y descartaban el resto de la calabaza.